ESPERO QUE TERMINE BIEN TU CAMINO

 

 

 ESPERO QUE TERMINE BIEN TU CAMINO

 

 -Si usted me pregunta el por qué de mi tristeza a pesar de lo bella y exitosa que parezco ser, debo responder simultáneamente como he conseguido ser tan exitosa como en realidad soy.

Trabajando arduamente, no hay otra forma de conseguir tantas cosas, el grado universitario, el apartamento, el carro, los muebles; eso no se consigue solo, eso hay que soñarlo desde el principio para algún día poder conseguirlo, es necesario tener clara la idea de que se puede salir de la pobreza, de que uno no nace para estar toda la vida comiendo arroz con huevo y agua de panela con tostadas.

¿Mis lágrimas? Sí, son de tristeza, pero más allá de mi tristeza, me siento orgullosa porque para lograr lo que yo he logrado, partiendo de la nada prácticamente, hay que tener cada pensamiento y cada músculo del cuerpo predispuesto para aprovechar la más mínima oportunidad, y sí, a pesar de mi charco de lágrimas, me siento orgullosa pues, de un tiempo para acá, a todas las oportunidades que he tenido en frente les he sacado el máximo provecho, como tiene que ser, porque todos sabemos que a esta edad, a menos de quince años de uno haberse graduado como madre soltera de un colegio público, lo normal es encontrarse ex compañeros de estudio desempleados; y si bien hay otros que están laborando actualmente, pocos o ninguno podría alardear como yo lo hago, de haber conocido el país de cuenta de grandes empresas a las cuales presto mis servicios profesionales.

Desde casi todos los puntos de vista y muy a pesar de la enorme tristeza que me invade, mi orgullo de ser una de las mejores en lo que hago es lo que me da fuerzas y me motiva para ser cada vez mejor, para tener cada día más reconocimiento en este gremio tan manipulado por los hombres y tan poco explorado por las mujeres.

Toca sacrificar algunas cosas y eso es lo que me genera esta infinita tristeza, pero si no hubiera resignado la posibilidad de estar con ese hombre que me complementaba como ningún otro siquiera ha logrado asemejar, a pesar de los muchos intentos, a lo mejor todavía viajaría en bus o a lo sumo tendría yo una motocicleta como la tiene su actual esposa. Fue un amor inimaginable y una convivencia como ninguna otra pero hubo que sacrificarlo, sus sueños y los míos tenían tiempos diferentes a pesar de que los compartiéramos casi todos. Esos tiempos diferentes no iban de la mano con mis sueños y si uno empieza a postergar las metas, lo más seguro es que nunca las consiga.

Es cierto, también me perdí el nacimiento de mi ahijada Lisset Daniela, pero yo sé que mi hermana lo entiende y además si hubiera querido estar ahí para su nacimiento habría tenido que dejar pasar la oportunidad de Riohacha y esa, de cierta manera, es la que me ha enseñado a moverme en estos difíciles campos laborales. Igual yo sé que a mi hermana le sirve mucho el dinero con el que le he estado ayudando y la niña sabe que la quiero muchísimo, aunque siempre me llene de melancolía imaginar la fiesta del bautizo con toda la familia reunida y ese loco de mi papá haciendo reír a los invitados con sus irreverencias.

Sin embargo eso no es lo que me tiene embarrada de lágrimas. Ni siquiera no haber cuidado los achaques, remilgos y enfermedades de mi abuela porque si yo no hubiera enviado el dinero para las medicinas, quien sabe que hubieran hecho. Además ella es un roble y siempre lo será y estoy segura de que ella nos enterrará a todos o que al menos durará por muchos años más. Me duele saber que nadie la cuida como yo lo hacía, con la aguapanelita con limón y con los masajitos en la nuca, nadie la visita constantemente y por eso es que recae tanto en la enfermedad, nadie sabe ni procura acariciarle su barbilla para dormirla, eso debe hacerle mucha falta e incluso yo lo extraño, porque después de la muerte de mi padre, yo era casi su única compañía y a pesar de mis amigos o mi hija Luisa Fernanda, ella también era la mía; a su lado me sentía siempre acompañada y noté lo importante que era para mí cuando hice mi primer viaje a Manizales, sin ella y con ese frio polar, me sentí sola por primera vez, tan sola que lo único que tenía era mi deseo indeclinable de salir adelante.

Mis amigos y amigas nunca han sido problema porque los teléfonos y las redes sociales me han dado la oportunidad de desahogarme muchas veces y porque, como me dijo una vez un amigo que había leído de un famoso escritor, “La amistad no necesita continuidad”. Entonces tampoco la lejanía de mis amigos podría generarme una tristeza tan inmensa como para lastimar mi endurecido corazón y hacerme llorar. Además siempre he pensado que a pesar de las favorables o desfavorables condiciones sociales o económicas que lo rodean a uno durante su vida en este mundo, uno mismo es quien labra su propio destino, entonces el hecho de estar o no al lado de ellos, no debería influir en sus logros, actitudes o forma de ser.

Lo que realmente me tiene envuelta en lágrimas y con el corazón constipado es la idea que me invade de que si no hubiera perseguido tan vehementemente mis sueños, tal vez mi hija no habría perdido sexto grado y tal vez al año siguiente no habría compartido salón con  ese tal Daniel que tal vez no le habría enseñado a drogarse ni a estar en las esquinas y así tal vez Dilan, no la hubiera invitado a salir y tal vez, solo tal vez, no me estaría bajando de este avión para asistir a su funeral.

 

-Perdona por la pregunta, tal vez no debí haberla hecho, lo siento mucho. Espero que termine bien tu camino.

 

De: Franklin Eduardo Pérez Quintero 2013

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