Viaje a ella

Emprendí un viaje lleno de incertidumbre y sabía que no era uno como los que hacía en mí costumbre. Al principio del recorrido encontré una barrera de temor, pero fue fácil vencerla porque por dentro estaba rellena de esplendor; una vez superé esa débil barrera, pasé por un puente inestable de madera, era la inseguridad, la que quiso dificultar mi paso; pero esta era un puente tan corto que lo pasé de un zarpazo. Ahí, de un salto caí en el lugar que tanto anhelaba y al levantar mi rostro, mi visión fue cegada, cuando mi vista se acostumbró al resplandor comprendí que fue su sonrisa la que me cegó y la que estaba encogiendo el puente de inseguridad y tumbando la barrera del temor. Me quedé una eternidad en su sonrisa creyendo que no había un mejor lugar, pero en un golpe de suerte, ví a lo lejos dos hermosos lugares iluminar. Sentí una inefable emoción que recorrió todo mí ser y entendí que esos lugares, yo los debía conocer. Eran sus ojos, expresivos, inocentes y llenos de honestidad y me esforcé en llegar a ellos creyendo que eran lo mejor que podría encontrar. sin embargo, me llevé una sorpresa cuando alcancé este objetivo, porque al llegar encontré que no eran el sitio que yo había advertido. Eran dos puertas que si mirabas detalladamente desencriptabas un mensaje que decía “si entras, no saldrás nunca, aunque ya no existe”. Permanecí en estas puertas disfrutando de las hermosas sensaciones que me brindaban, mientras analizaba la posibilidad de conocer lo que encerraban. En un acto de valentía tomé un hondo respiro y dí un paso más allá de sus ojos para encontrar un mundo en caos, lleno de miedos, ideas, odios, amores, lugares iluminados y otros tenebrosos. Pasé entre las enredaderas caóticas que entorpecían el andar, intentando no estropear el camino y dejando todo en su lugar. Sin mucho caminar, este bulevar comenzó a allanarse y empezaron a sobresalir senderos de escalas reposados en fuertes columnas y que se veían en constante construcción y reconstrucción. Continué por estos andenes y me asombré de ver lo bien estructurado que estaba y ya admirado con la arquitectura en solo recorrerlo me deleitaba. Todas las escalas confluían al lugar más alto, brillante y reluciente, de él salían disparados rayos de ideas rápidas e incandescentes que se generaban sin pausa. Cada rayo construía una parte más del camino o un escalón más de los andenes que ascendían, entonces comprendí que no debía continuar subiendo porque por el recinto, comprendí que no sería capaz de salir de este laberinto.

Me fue muy fácil recorrer el camino de vuelta, pero allí entendí el mensaje que había leído en las puertas. No he olvidado el lugar pero sé que ya no es igual, cada día que pasa se construye más y más. Ahora miro su sonrisa y recuerdo el recorrido y de vez en cuando me dejo deslumbrar por uno de esos rayos incandescentes que salen de su mente, iluminan sus ojos y cambian todo el mundo cuando impactan en alguno de los afortunados que estamos alrededor de ella. Tengo fé de que esos rayos cada día iluminarán más y más lejos, espero que colmen el mundo.

 
matefranklin 24/02/2020 
 
@tintaplumayletras